miércoles, 17 de febrero de 2010

Antonio Lafuente, "otros paisajes desde la jaula"


Desde el taller gravura nos llega la información para esta exposición:

fotografía dígital
Inauguración: día 19 de febrero a las ocho de la tarde
Horario: de 11 a 14 y de 17 a 21 horas
del 19 de febrero al 26 de marzo de 2010
Horario: de 11 a 14 y de 17 a 21 horas


Se supone que Antonio Lafuente nos mete en la jaula de sus ojos para mostrarnos algunos instantes detenidos de lo que él asegura haber visto y, atrapados en su mirada, y sólo a través de ella, veamos las cosas que él vio, exactamente como él las vio. De manera que todos ustedes, los que miran subyugados a través de sus ojos, están viendo lo mismo que veo yo. En cuestión de arte no siempre es así, porque hay veces que los autores tratan de estar del lado de lo que muestran, o confundidos entre los empáticos, o metamorfoseados en la propia obra o, incluso, en ocasiones se evaden de ella y no hay forma de encontrarlos por ninguna parte, viéndose los espectadores obligados a observar, leer o escuchar aquellos objetos artísticos como si fueran obras sin sujeto autor. ¿Dónde estaba, por ejemplo, Daniel Dafoe cuando escribía Robinson Crusoe? Nadie lo sabe. ¿Estuvo todo el tiempo en aquella isla junto a la desembocadura del Orinoco? No creo, en la novela no. Otras veces, los autores, queriendo decir algo, escriben, pintan, esculpen, fotografían o componen con ese objetivo: decirnos algo concreto, algo que no pueden callar por más tiempo. Quizá estos artistas lo hagan así por soltar lastre, no se puede vivir toda la vida tan acelerado como Mozart, con esas musiquitas rondándole la lengua según se levantaba, tenía que escribirlo, soltarlo cuanto antes; hacerlo debió ser un alivio para él, aunque no sé si tuvo tiempo para descargarse completamente. En estas piezas que veo a través de la mirada de Antonio le percibo enroscándose a mi lado, protegiéndose del barullo que rodea al rectángulo que nos obliga a ver y siento que se olvida, o intenta olvidarse de todo, de absolutamente todo lo demás, ocupando repentinamente a sus espectadores como un espíritu travieso. Percibo entonces a Antonio dentro de mí llevándose el dedo índice a los labios, reclamando silencio y mirando por mí, por nosotros. En la duplicidad especular de alguna de esas imágenes que me llegan a través de sus ojos, me siento desvalido, ¿qué hay después, arriba, abajo, a izquierda y derecha de esas imágenes? Él lo sabe, nosotros no. Claro que el suplantador ocupante de nuestra propia mirada nos hace autores de la experiencia durante esos momentos; eso es lo que me parece pretende. Como yo le conozco podré preguntarle cuando salga de mí y se vaya con él mismo, así que dejo de inquietarme, quizá pueda completar esas imágenes con palabras, las suyas y las mías. ¿Sabrían los amigos de Dafoe por qué no quiso aparecer ni en una sola línea de su propia novela? ¿Tenía amigos? Las imágenes que vemos en esta exposición son sin duda el resultado artístico de experiencias visuales reales del autor y sólo podremos apreciarlas en algún sentido si dejamos que sus ojos sean nuestros ojos durante el tiempo que empleemos en observarlas. Por otra parte, toda resistencia sería absurda, Antonio Lafuente lo ha preparado todo tan minuciosamente que sería inútil resistirse a su mirada, seamos amigos o desconocidos suyos.

Octavio Colis

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